"Allí estaba yo. Así es. Aquí estoy. Me cago en la leche. Yo era…víctima de la explosión de las drogas, un colgado que se lo tomaba TODO. “¿Alguien quiere tomar un poco de LSD? Tengo aquí todos los ingredientes necesarios, lo único que necesito es un sitio donde cocinarlo.” Al principio decidí tomarme la mitad pero el resto se me cayó en la manga de la camisa. “¿Cuál es el problema?” “Toda esta cosa blanca que tengo en la manga es LSD”. Extraños recuerdos de una noche en Las Vegas. ¿Han pasado cinco años, seis? Parece toda una vida. El punto culminante que nunca vuelve...
San Francisco, a mediados de los 60 era un lugar del que valía la pena formar parte. Pero ninguna explicación, ni juego de palabras, música o recuerdos, alteran esa sensación de saber que estabas vivo en ese rincón del tiempo y del mundo. Aquello significaba locura en cualquier dirección y a todas horas. Allí todo era posible. Era una fantástica sensación de que todo lo que hacíamos estaba bien, de que ganábamos. Y ese era el asidero, esa inevitable sensación de victoria sobre las fuerzas del mal, no en un aspecto militar, no lo necesitábamos; nuestra energía prevalecería, teníamos el ímpetu, cabalgábamos sobre la cresta de una alta y hermosa ola. Así que ahora, cinco años después, podía subir a una colina de Las Vegas, mirar al Oeste y, con los ojos adecuados, podía ver la marca más alta del agua, aquel sitio donde la ola rompía por fin y volvía atrás.."
No hay comentarios:
Publicar un comentario